UN BAZAR EN MI APOSENTO (Cuento)
La rutina de cada día en el ande, no me permitía solazarme con el paisaje sentido de la naturaleza, su cielo cristalino, su verde inacabable y sus muchachas bonitas de rostro de cereza y fresa, como dibujadas a pincel. Montado en la nave de cuatro llantas, afinando garganta para jalar y mi canguro bien puesto para entregarle lleno de dinero al dueño, por la noche. Así me disponía a iniciar mi jornada, mi chamba, mi laburo, que me daba el pan, muy lejos de mi familia, aunque a veces, algunas lágrimas me traicionaban, pero tenía que seguir. Alegre, como si fuera un barítono clásico sacaba mi mejor voz, para llamar. Recorría de memoria las principales calles de Cajamarca; de tanto subir y bajar pasajeros, Cajamarca -Baños del Inca, sabía diferenciar el carácter alegre, la angustia, el dolor, el enamoramiento y la desesperación de los humanos. Cubría hasta las once de la noche, el último turno; sin siesta, ni descanso dominical, esperanzado en que llegue la amada noche para descansar e