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Mostrando entradas de 2016

Poesía de Santiago de Chuco

“Duele la sobrevivencia del hambre en mi país, ver morir al hermano como perro, la inmensa oscuridad, duele la autocracia que concede honores, duele que no despierte el mundo en claridad, ternura, justicia  !cuándo terminará esta tortura para la humanidad¡”, escribe Hilario Esquivel Castillo  del grupo Katequil en  Floreciendo Desde El Ande  (Papel de Viento Editores, Trujillo, 193 pp,2016). Poesía que aprehende la realidad nacional, descarnada y bronca, que denuncia el manto negro de la injusticia social;  para recuperar  los  valores, al amor y la equidad que deben existir en los diversos aspectos de la vida; expresiones que recuerdan el dilema de escritura pura y social de 1950 y la frase que perennizó Manuel Scorza:   mientras falte el pan a un niño, la rosa no podrá ser bella. Beder  Carvajal,  revive al maestro Manuel Saavedra: Encarnaste la educación en tu pueblo/ aunque reacios primero, luego se rindieron ante ti/ ser responsable y honesto, nos enseñaste/ avanzar tra

El MIto en la obra de Watanabe (2)

Otro poeta migrante de la generación del 70 es Enrique Verástegui, que evoca a su Cañete y sus viajes de este a la capital. También lo fueron: César Vallejo, de Santiago de Chuco a Trujillo y luego a París, Abraham Valdelomar de Ica  Lima, Ciro Alegría de Huamachuco a Trujillo. Solía decir José Watanabe que siempre llevaba a Laredo en su corazón y que en el más lejano sitio en que se encontraba le parecía que estaba caminando por las calles de su pueblo. Escuchemos En El Cauce Vacío, que retrotrae su niñez por las aguas del río y del florido valle Santa Catalina. En Verano, Según la ley de aguas, el río Wichanzao no viene a los cañaverales Los parceleros lo detienen arriba Y lo conducen al pan llevar Aquí en el cauce queda fluyendo una brisa, un río invisible Camino pisando los cantos rodados enterrados en el limo Y mirando los charcos donde sobreviven diminutos peces grises Que muerden el reflejo de mi rostro. Los pequeños sorbedores de mocos ya no lo atrapamo

El Mito en la Obra de José Watanabe Laredo, 17-03-45-Lima 25.04.2007-(1)

Todos los pueblos del mundo, cualquiera sea su ideología o cultura, poseen una tradición oral (J. Osterling 1980). O sea folklore (mitos, relatos leyendas),  costumbres, que con el tiempo, se transmiten de generación en generación. En las zonas agrarias y urbanas fluyen de manera espontánea y natural aquellos relatos en que los migrantes conservan su imaginería original o recreada, pero que en esta era llamada globalización están en peligro de perderse. Es una característica de la vida del poblado relucir dicha tradición en reuniones sociales y amicales Referimos el Mito con la poesía de Watanabe; el portal  www.wordeference.com ,(24.04.16) define al mito como un conjunto de creencias e imágenes idealizadas que se forman alrededor de un personaje o fenómeno y que lo convierte en modelo o prototipo. O sea una invención o fantasía. Y en el Diccionario de Ciencias de la Educación (2,000),  mito es la formulación o versión legendaria en que los fenómenos de la naturaleza, la

Antenor Orrego y la Crítica Literaria

El distinguido maestro universitario de prolija trayectoria, Dr. Saniel Lozano Alvarado, ha tenido  duro trajín para desentrañar los vocablos sabios y la hondura reflexiva, que lo han llevado a escribir  “ La Crítica Literaria de Antenor Orrego ”, en la que descifra la obra de César Vallejo, Alcides Spelucín, Julio Garrido, Nicanor de la Fuente (NIXA) y Eloy Espinoza. Visionario, erudito y consecuente con su personalidad, Antenor Orrego, no agotó el análisis formal, elemento por elemento, sino que los simbolizó en oraciones, en vuelo literario diverso, cuyo viaje feliz compara el hecho con el dominio cognoscitivo del autor, pleno, maduro, y convincente, brindando una tesis enriquecida con la experiencia de la vida, la lectura. Lozano Alvarado, afirma, que su crítica fue “fundamentalmente sociológica, filosófica y estética”, (pág. 57) y “su formación literaria fue más bien una construcción personal, de autodidacta, y en gran medida impresionista, afinada por el temperamento d

Watanabe y Capacidades Creativas

José Watanabe entendió muy bien el proceso de creación, por eso laboraba indesmayablemente, hasta agotar su última energía, en cada escrito se le iba el alma y la vida; escribía de noche y solía recibir con serenidad y beneplácito el nuevo día, comentó el maestro universitario Alberto Moya Obeso, con motivo de los 9 años de la desaparición física del vate laredino, la última semana de abril. “De los grandes Flaubert o Balzac, aprendió la persistencia del trabajo literario por eso es considerado clave y clásico latinoamericano con proyección universal, realzándose sus libros en Europa y sobre todo en España, con lectores cada vez más creciente, conforme asegura también el reconocido crítico de Lima, Camilo Fernández Cozman”. “Consciente de la producción titánica de César Vallejo, lo admiraba y aspiraba avanzar más, asumiéndolo como reto y lección; por eso Watanabe alcanzó el amplio reconocimiento en el orbe cultural y es un buen arquetipo de las capacidades creativas en  esta

La Formación Humanística

Razón Esencial de la Universidad El maestro universitario, Saniel Lozano Alvarado, se muestra disconforme por el devenir académico. “Se ha tergiversado los fines primordiales, la razón de ser de las función universitaria, la cual ha entrado al vértigo y énfasis profesionalizante. Se olvida o se ignora que la razón  esencial  y primordial de ser de la universidad es la formación humanística: la búsqueda, construcción o recreación del conocimiento, la apreciación del arte, la creación y desarrollo de la cultura”. “Hay que recuperar la frecuencia con la lectura, la formación artística, la trascendencia de las humanidades, el rol de la ética. No obstante la masificación de los estudios de post grado; el objetivo parece ser la adquisición de un diploma, observo un serio deterioro no obstante la gran cantidad de magísteres, doctores, diplomados, pero de dudoso contenido específico. La formación humanística se resquebraja seriamente”. Refiriéndose, de otro lado, a los docentes que

Víctor Raúl, niño brillante en educación primaria

Testimonio del profesor Víctor Blanco Berrú Hacia 1948-50, gobernaba el país, don Manuel A. Odría, conocido como  del Ochenio, ya venido del ande y habitante del Porvenir, el futuro médico y empresario, Víctor Raúl Lozano Ibáñez,  (+)aún  niño se desplazaba en una acémila que sus padres le confiaron para asistir diariamente a la escuela José Ignacio Chopitea de Laredo. Era un niño sencillo  y de inteligencia vivaz, parecía que tenía un papel en el cerebro, porque algunas operaciones de matemática las resolvía en el aire con una velocidad sorprendente; y ganaba los eventos de cálculo y lenguaje.  La hacienda Laredo generosamente proporcionaba el desayuno consistente en avena con chocolate en bola y pan con mantequilla, aquella delicia  que los patrones trasladaban de Cajabamba. También en la gloria del Señor, fue nuestro maestro Róger Vásquez, su principal impulsor y guía, observó que la pobreza material circunstancial contrastaba con las potencialidades e inteligencia del