Manos Vivas en San Carlos
Sentíamos el viento cálido, aunque no se dejaba ver el sol. Los niños jugaban, corrían y saltaban en su inocencia blanca y pura, en su candidez ausente de malicia, en su mirada dúctil y esperanzadora. Por la avenida Condemarín, nos internamos a la campiña apacible, sorteamos un establo mediano, árboles frutales y un canal que lleva la vida a los agricultores.Vencimos las islas de primeras y segundas cruces; en silencio unos campesinos cosechaban su yuca. Y el voluntariado Manos Vivas, conformado por servidores de Agroindustrial Laredo, llegó a San Carlos, traían su corazón solidario y brazos bondadosos, sentimiento hondo que brota cristalino y brillante. -¿Qué celebramos hoy?, preguntó Eloy Ñamoc. La navidad, la navidad, corearon emocionados los infantes. ¿Quién nació?, Jesús, Jesús, asintieron. Bailó una música de ritmos rápidos y juveniles; cambió de tonalidad a una más suave y se identificó con los pequeños, interactuaron y recorrieron el mapa de la felicidad en la ruta