La Sinfónica Universitaria de la UCV



Trujillo, con la aparición de la Orquesta Sinfónica de la UCV,  ha enriquecido su acervo tradicional artístico;  con motivo del Día de la Familia, ofrecieron una breve presentación,  dando sus primeros pasos en el hermoso e inacabable camino de la música culta, que transporta a esferas espirituales superiores,  ahonda nuestro sentido sensitivo y embarca en esa nave extraña que seduce, emociona y alegra, fortaleciéndonos y predisponiendo a continuar la vida de manera diferente, con nuevos brillos.

Bajo la acertada dirección de Francis Alarcón Mely, con formación europea y de familia vinculada al quehacer musical, ofrecieron un rondó, género breve y atractivo, caracterizado por aires nostálgicos,  cuyos compases adentran a la Europa antigua  en conquista de su libertad y la plenitud de sus expresiones humanas, pues los sones y la composición tienen matices que subliman el alma y recuerdan a los franceses de la igualdad que plasmaron en su himno libertario.

La expresión andina tuvo sus mayores virtudes, acercándonos a los ecos de las montañas, traducidas a través de las cuerdas que revaloran la fuerza interna y raspan los sentidos, el violín trémulo, lacónico que aviva el sentimiento nostálgico y esa percusión persuasiva, bronca, insistente que complementaban este canto mágico y antiguo, de los ríos, las quebradas y las creencias de los antiguos in contínuum (continuación) en la mitología y fe celestial.

La exigente orquestación para la ejecución, corresponde a Boot, a quienes sus conocidos lo llamaban el gringo y se ubicaba en el último piso de la escuela de música Carlos Valderrama y acariciaba, en el tiempo que lo vimos, el fagot, aunque dominaba otros instrumentos. Tenía mucha disciplina y amor a la música, ensayaba día, tarde y noche, parecía incansable. Eran los años 1970-1980. Época del guitarrista Benites Reyes(+), Wilson Delta, Toffy Álvarez y del periódico mural impecable de la profesora Rita Pereda Calderón.

Entendiendo que la música es universal y supera celos vanos o protagonismos estériles, la orquesta ha sido reforzada por estudiantes secundarios del cuarto y quinto año, alumnos de la Universidad Nacional y Antenor Orrego, dispuestos a seguir interpretando a los grandes maestros, aquellos que como Beethoven, (a pesar de su sordera, se ponía el lápiz en los labios para sentir las notas), contribuyeron al mundo enseñándonos que la vida tiene diversas aristas y que el complemento de la vida material es la vida espiritual  llevadera, fortalecida y feliz.

La iniciativa corresponde al Vice rectorado académico y Escuela de Padres de la UCV, proyecto que ha merecido el respaldo de la promotora, porque es necesario proseguir la ruta de tantos músicos que para orgullo de Trujillo, hoy conforman la Sinfónica Nacional. Y realzar, por último, la comprensión y estímulo de Alarcón Melly de llevar el arte a los lugares distantes que no conocen, una viola, un violín, un violonchelo, y contentar sus vidas con el placer eterno de la lectura de los pentagramas.
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