Arguedas a 51 años de su muerte

 


José María Arguedas (1911-1969), ya maestro, ya escritor, ya antropólogo social, luchó por un país con identidad propia; se entregó reflexivo y valiente a la loable tarea de descubrir, a través de su escritura, la incandescente realidad de nuestro país. 

 

Abrumado por la depresión, el viernes 28 de noviembre de 1969 en horas de la tarde se disparó en la cabeza, después de su agonía fallece el 2 de diciembre,” extrañamente vi que el profesor Arguedas seguía parado, como esperando que todos nos fuéramos. 

 

Esa misma noche las emisoras daban la triste noticia de su eliminación mediante dos disparos en la sien, en el baño de la facultad” (Ricardo Rivera, Variedades, enero 2011”) A 51 años de su desaparición física aún llevamos la nostalgia en nuestro amante corazón. 


Acaso adivinando la orfandad en que nos dejaba, a manera de consuelo, había señalado “… quizá conmigo empieza a cerrarse un ciclo y abrirse otro en el Perú…se cierra el de la calandria consoladora y se abre el de la luz, el de la calandria de fuego”. 

 

Un amplio mensaje para la transformación con equidad, otra interpretación de la existencia, dejar la pasividad de la calandria consoladora para asumir el cambio, la novedad alegre, el éxito de la calandria de fuego. Un re acomodo en las esferas humanas. 

 

En el texto “Agua”, se enfrentan los comuneros de San Juan y los hacendados. Aquellos pedían agua para regar sus chacras; pero recibían abuso de Braulio Félix, coludido con el sacristán Inocencio y Vilkas, indio amiguero de los mistis y fiel sirviente del patrón. 

 

En el relato se percibe un aliento poético impactante, impresionante por la transparencia geográfica y la adjetivación precisa del paisaje, un sentimiento hondo del autor para calar en la sensibilidad de los lectores; una verdad desgarradora. 

 

Antonio Cornejo (+), sostiene que se inaugura una narrativa de tono y sentido explícitamente sociales con un mensaje revolucionario. Los personajes arguedianos, en amplia representación son quechuas y se desarrollan en un ambiente de marginación social. 

 

Y según Susana Reisz, este tipo de literatura tiene un sentido subversivo enorme “pero que es producido por minorías que no tienen acceso al poder (económico y cultural), aquellos que no tienen la voz cantante de la sociedad” (Ajos y Zafiros, 34:2000). 

 

En 1928, Mariátegui fundó el Partido Comunista, y en 1927 había escrito el prólogo a TEMPESTAD EN LOS ANDES de Luis E. Valcárcel, afirmando la tarea del movimiento indigenista con las corrientes revolucionarias mundiales.  

 

Algunos textos de este tiempo son: El pueblo sin Dios (1928), de César Falcón, EL AMAUTA ATUSPARIA (1929) de Ernesto Reyna Loli y el TUNGSTENO (1931) de Vallejo. En esta tradición se inscribe, parte de la obra de Arguedas, por ejemplo, AGUA (1933). 

 

En 1930, luego de 11 años del gobierno de Leguía, es derrocado por Sánchez C. Hay efervescencia política y social, por Mariátegui y Vallejo, incidiendo en la revolución rusa, recuérdese el libro Rusia (1931) y la revolución mejicana (gestada entre 1911-1915). 

 

“La narrativa de José María Arguedas ha sido enfocada permanentemente desde el conflicto económico y social. Referencias y luchas sobre terratenientes poderosos y opresivos que subyugan a indios o lacayos pobres y lastimeros. 

 

Es lo que se observa en los estudios de tal autor; pero también se aborda con miradas míticas y del lenguaje” (Segundo Castro García, Diamantes y Pedernales, pág. 101 Arguedas Centenario Ed. San Marcos 2011, G. Flores, Javier Morales y Marco Martos, editores).  


La creación de José María continuará suscitando interés porque es la radiografía social, política y cultural de una etapa del país, cuyas manifestaciones negativas no se han superado; pero abre la esperanza de una nueva clase social emprendedora, emergente y notoria. 

 

Y porque "desde la ficción Arguedas contribuyó con el cambio de la realidad", como sostuvo el estudioso de la cultura, Rodrigo Montoya (LR 5.12.1999). Honor al maestro que se reunía con La Lira Pausina para cantar al viento helado de los andes rebeldes. 

  

  

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