Matrimonio y maltrato, sueño y brujería


Siete noches en California (Triskel editores, Trujillo 2020) de Eduardo González Viaña (Chepén 1941), mereció el premio Juan Rulfo en 1999. Es una historia del sentimiento relacionada al matrimonio, advirtiéndose el maltrato del esposo Leonidas, contra su compañera Leonor. 

El cuento es largo, comprende también al sueño, migración y la brujería, consignados en una semana de fantasías. Y desarrollado con imaginación consistente y vigorosa, realzada con imágenes como la antítesis, y cifrada con una técnica depurada, con  mucho oficio y pericia trajinada. 

De tal manera, que parecen varias invenciones en una, presentadas de manera superpuestas, y que para su cabal comprensión, exige lectores iniciados en la hermosura de las letras. El autor reside en Estados Unidos de Norteamérica, es reconocido y goza de mucho aprecio en el universo literario. 

Los esposos Leonidas y Leonor, pasaban dificultades en el hogar, debido al carácter impositivo y soberbio del marido, de creerse de una clase social superior: “…  el único blanco, alto, buen mozo y de buena familia, de los Montes de Oca, con ramas en México, Perú y España soy yo”. (pág. 7). 

Ella persistía en el divorcio; él se oponía debido a ideas religiosas y al cariño hacia sus hijos; pero era abusivo y prepotente, cada vez que iba a viajar insultaba a su consorte y con candado la encerraba junto a su hija mayor, le gritaba ramera, e hipotecó la casa, que era un bien de ella, herencia de sus padres, para lo cual falsificó la firma. 

Leonor para solucionar su problema solicitó la ayuda de la hechicera Elsa Vicuña, quien hace divagar a Leonidas, para confundirlo y hacerle cambiar de carácter y mejorar el trato hacia su consorte. Y él sueña en llanto con el cielo, su atmósfera y los entes celestes, sin presagiar que era un acto inducido. 

“Lo que no sabía Leonidas es que sus lágrimas no eran lágrimas y lo que él había tomado por la Vía Láctea tampoco lo era. Era brujería el agua de las lágrimas y también lo era el color jabonoso del cielo que por unos instantes le había impedido ver el mundo y a las licenciosas fugitivas…era magia roja, “(pág. 9).  

Huida la esposa, él se entregó al licor y con arma en mano. “…disparó sobre el sauce porque había sido el único amigo y confidente de la pálida fugada, disparó sobre el perro porque no ladró en el instante que ella hacia las maletas, disparó sobre la luna porque le había metido ideas románticas…” (pág. 6). 

En el sueño final, ve a su compañera, que venía con una pistola para vengarse de los abusos y maltratos, por lo que se ubica de rodillas y solicita perdón. Mientras la bruja Elsita Vicuña” …limpiaba los naipes, satisfecha de la jugada, y tomando un sorbo de agua florida escupía hacia el norte y el sur…” (pág. 19). 

En secundaria y por la Asociación de Periodistas Escolares de Trujillo (APET), hacia 1973, Eduardo González, habló de periodismo. Publicado su primer libro, llevó numerosos ejemplares a la librería Peruana, ubicada en Pizarro. 

Regresó emocionado a la semana, para percatarse si se agotaron, recibiendo como respuesta, que aún no se vendió ninguno. Sabrosa anécdota que guardamos en el corazón. 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Los Días y El Viento

Creencias populares en la obra de Adolfo Alva Lescano

Esthefany Cardoso, vuelve a los escenarios