Dios, en el poemario Fracturas de Oscar Gonzáles
El poemario FRACTURAS del abogado y docente de ciencias sociales, Oscar González Haro, (Amigos Editores Perú, 72 pp. Laredo 2023) inquiere sobre el origen de la vida, Dios, el amor imposible; y refiere las contradicciones de la existencia terrenal, personal y social.
Insta a vencer la apatía para un mejor cambio
mental, y conquistar un estilo de vida más llevadero, reemplazando por un
sistema más justo al esquema neoliberal, que impide el desarrollo humano
equilibrado. Utiliza metáforas, lenguaje elevado y transmite hondura
filosófica.
La producción, se podría encuadrar en anti
poemas, entendida la creación literaria como “realidad áspera y dolorosa,
sin ningún fingimiento consolatorio. Simular que nada haya ocurrido
representaría una mentira, por lo demás inútil y patética…”, conforme refiere Antonio Melis en un
estudio sobre Nicanor Parra.
En la creación DOLOR, el bardo muestra sufrimiento
y se dirige al Divino Redentor en términos de amistad para interrogar si es
posible, vencer toda prueba a la que el ser humano está sometido. Y después
salir ileso, airoso, ganador.
Dolor… ¡amigo mío¡/Tú que me acompañas/ desde mi primera
respiración /hasta mi expiración,/¡Dime! ¡Amigo mío!/ Si es posible ser fuerte,
/ resistir todos los vientos, /vencer en las tempestades,… ¿Es posible esto?/
¿Por qué no me respondes? (pág. 16)
Indaga, si El
Nazareno, se ha conmovido ante tanta angustia; pero el escritor no lo cree. Y
se inclina porque igual que las personas de la tierra, los de abajo; el de
arriba, también debe estar en el hervidero terrenal, de aparición fallida,
errada.
Dice: Tú no
te puedes escapar de esta historia, /Eres otro esclavo del tiempo, /Pues
tendrás que, /al igual que todos/ que cumplir tu papel en esta mala obra…Tu
salida,/Mi salida…cuesta. (pág. 17)
Lo que nos convoca
a la ira, dolor y melancolía, reflejada en Dados Eternos del libro Los Heraldo
Negros (1918) de César Vallejo, en el que el sufrimiento del hombre se rebela contra su creador.
Dios mío,
si tú hubieras sido hombre, /hoy supieras ser Dios; /pero tú, que estuviste
siempre bien, /no sientes nada de tu creación./¡Y el hombre sí te sufre: el
Dios es él! …
Somos a imagen, y semejanza e hijos de Dios,
nuestro creador, de acuerdo al origen católico; cuando enfrentamos alguna
dificultad, o la pena nos embarga, referimos que son pruebas, que pone el
Divino Hacedor a sus hijos.
Y estos problemas se vencen a base de oración,
que es poderosa. Dice la sagrada escritura: “Todo lo que pediréis en oración,
creyendo, lo recibiréis” (Mateo 21-22).
Se complementa con la profundización de nuestra
fe, porque de fe y de lo que no existía se hizo el mundo. El apóstol Pablo enseñó que “la fe
[es] la certeza de lo que se espera, la
convicción de lo que no se ve”
(Hebreos 11:1). Alma dijo algo similar: “Si tenéis fe, tenéis esperanza en
cosas que no se ven, y que son verdaderas” (Alma 32:21).
Hay testimonios, de personas que se regeneraron, como Cruz Bejarano, a base de la
palabra del Señor, hoy son predicadores. Cruz, persona que yacía en el
mortuorio de un hospital, y que en su desgracia vio al Divino Maestro, y le
dijo que todavía no era su hora de muerte que habría de predicar su palabra en
la tierra. Volvió a la vida y ahora difunde las sagradas escrituras.
En Corazón
de Jesús (Papel de Viento Editores, Trujillo 2016, 93 pp.) de Henry
Sánchez, leemos: La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo
que no se ve. Y por su convicción cristiana, luego de una meditación, se le
apareció un corazón del tamaño de un puño adulto, que se dirigía sobre su
cabeza. Tenía una aureola amarilla suave sin color determinado, una mezcla de
ámbar anaranjado, amarillo vivo y rojo… (pág. 9). Hecho que sirvió para poner a
su grupo católico, Corazón de Jesús, pues estaban a la búsqueda de su
nominación.
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