“Hay hermanos muchísimo que hacer”: vigencia eterna


La creación Los Nueve Monstruos  (Poemas Humanos, 1939), traduce el dolor humano y social en amplitud de su contexto, cuestiona la sinceridad, responsabilidad y el rol de las autoridades gubernamentales… “Nunca antes señor ministro de salud…”. Pero el final “Hay hermanos muchísimo que hacer”,  abarca mayor reflexión, hondura y significado. Se ha convertido en afirmación premonitoria y eterna para examinar el orden económico, social, político y cultural.
No obstante, que el hombre tiene más de seis millones de años en la tierra, con supuesto adelanto tecnológico global y de certificaciones internacionales de calidad, no  se redime, no alcanza la civilización y no llega a la altura de mejorar su estilo de vida, que es el anhelo mayor y superior. No existe en brillo la solidaridad, hermandad, ayuda mutua, el amor extenso, como deseaba Vallejo.
En consecuencia, “Hay hermanos, muchísimo que hacer”. El resultado de esta frase ha sido la evolución intelectual de Vallejo. A través de su obra y proceso ideológico, se comprometió con la problemática social y política de los seres humanos; los entendió como un todo, como una sola palabra, como un solo mundo, al que necesariamente se debía transformar.
De sus personajes comunes y corrientes, del paisaje andino, de su cosmos telúrico y religioso, presentado en “Los Heraldos Negros” (1918), pasó a la asimilación amorosa, metafísica, dialéctica y marxista, sustentada en “España aparta de mi este cáliz” (1939) y “Poemas Humanos” (1939).
Ya,  en Los Heraldos… aparece una desazón, un descontento, una disconformidad con la existencia. “Hay golpes en la vida, tan fuertes, yo no sé/ Golpes como el odio de Dios, como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido/ se empozara en el alma. Yo no sé… ” . El vate se solidariza con los hombres y expresa una clara indignación ante la injusticia social.
 la vez se siente culpable, responsable del sufrimiento de los demás, que por el solo hecho de existir ha privado  a otros de  algo que debió pertenecerles y pide perdón; en El Pan Nuestro, exclama: … “Todos mis huesos son ajenos/Yo tal vez los robé/ yo vine a darme lo que acaso estuvo asignado para otro… y suplicar a no sé quien, perdón y hacerle pedacitos de pan fresco aquí en el horno de mi corazón…”.
Podemos establecer un complemento sustancial  al pensamiento “Hay hermanos muchísimo que hacer”, con “una pasión Crística”. Alberto Fernández Leys, en “Dimensión y Destino de César Vallejo” (Santa Fe, Argentina, 1962), advierte que el poeta,” nació con una pasión crística”, es decir que se solidariza con los demás, asimilándolo como si fuera propio. Abraza el dolor de los demás, como Cristo abrazó la cruz del dolor y salvación.
El Todopoderoso vino a salvar a la humanidad, a predicar la solidaridad como virtud fundamental en las personas, conforme reitera Spelucín en Aula Vallejo. Para Vallejo la nueva visión de un mundo mejor está en el propio hombre, en su propia tierra a base de solidaridad y amor, practicando lo que decía el francés Baudelaire, que la poesía debe ser la expresión del sufrimiento.

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