Solidaridad y Voluntariado

 
Cansado de caminar y con hambre incontenible, un estudiante de medicina toca la puerta y pide algo de comer; la señora que lo atiende le sirve un vaso de leche, que es tomado rápidamente. Le ofrece otro, desaparecido también velozmente. Agradece y se retira. Pasan los años y una mujer en el hospital es intervenida quirúrgicamente con satisfacción, ya recuperada pregunta preocupada por el costo. El galeno sonriente le dice que con dos vasos de leche es suficiente. Ambos se reconocieron: el estudiante de ayer y la dama bondadosa del tiempo pasado. Esta historia consta en la Selección de Pensamientos Universales.
El recordado maestro Carlos Valderrama, cuyo nombre lleva la escuela superior de música en su homenaje, cuenta el Anecdotario Liberteño de Nicolás Rebaza Acosta, viajó a Europa y compadecido que el violín era ejecutado muy mal por un indigente, se sentó a su lado interpretando maravillosas melodías, el público agradecido llenó de monedas el depósito. Don Carlos dejó al mendigo, contento y alegre prosiguió su rutina habitual.
La ayuda mutua es natural del comunismo primitivo, refiere el filósofo Víctor Baltodano Azabache. Estas muestras de adhesión son extrañas y cada vez más lejanas en la sociedad compleja, rápida, influenciada por las redes sociales y el adelanto tecnológico; es difícil unirse a la causa de los demás.
Según el diccionario de La Real Academia, solidaridad, es la unidad que permanece en el tiempo y que obliga a los individuos del colectivo a responder ante la sociedad. Y esta unión de brazos abiertos y extensión de servicio para el bien común ha sido practicada en la institución educativa José Ignacio Chopitea por el voluntariado Manos Vivas, conformado por trabajadores de Empresa Agroindustrial Laredo.
Mejoró su presentación gracias a la poda oportuna del jardín, sembrado de grama y plantones de álamo, que con el tiempo mejorará el paisaje escolar; también se contribuyó con el pintado de su cancha deportiva y linderos correspondientes. Fue una fiesta cívica con la participación de estudiantes, docentes, padres de familia y su asociación, integrada por personas mayores que ya peinan canas pero que su corazón continúa en la escuela donde cursaron sus primeras lecciones y retornaron ya profesionales para impartir clases y orientar a las nuevas generaciones una mejor acción ante la vida y el mundo.
La defensa permanente del medio ambiente y su asimilación como una forma de vida, recomendó el agrónomo Mario Ramírez Paredes, quien en anteriores oportunidades, junto a los entes correspondientes se reforestó e hicieron defensas ribereñas en las márgenes del río Moche a la altura de Jesús María y en otras zonas.La coordinadora y animadora principal, Pierangela Piloto, arengó a mantener la unidad y el aporte oportuno del voluntariado para cumplir satisfactoriamente los trabajos ecológicos y de mejoramiento físicos en las instituciones educativas emblemáticas de Laredo y anexos.
El centro José Ignacio Chopitea, debe el nombre a su patrono, un hacendado terrateniente de finales del siglo XIX y del que se tejieron muchos mitos, que forman parte de la tradición oral de Laredo, como el que relata que su fortuna era producto de la celebración de un pacto con Satanàs, como puede leerse en Tradición Oral de Jorge Díaz Herrera.

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