La Poética de Luis Cabrera Vigo
Retratos del
Mediodía, de
Luis Cabrera Vigo, constituye una poética que da lugar a la intertextualidad del discurso literario con
el significado de la vida, circundado por la realidad urbana costera con incidencia en la familia,
costumbres, labores cotidianas y el mercado globalizado; abordados con
candor, gloria y resignación. Como Eielson, Lucho, examina la
experiencia cotidiana de la modernidad.
Es complejo
su universo literario y de mucho decir,
no culmina en la palabra misma, sino que su
significado trasciende a ella, calando más en el tema abordado y en el
corazón indiferente del lector, similar a los versos de José Watanabe, cuya
virtud principal es abordar directamente al
objeto poético, percibiendo más sabiduría detrás de los vocablos, tal
como lo confirma Marco Martos.
Al igual que los
trovadores gauchos, esta poesía mira para dentro del alma en el entorno social
y familiar; construida con aparente soltura o sencillez es un laboratorio que
tiene siempre más de un contenido propuesto, más de una idea a reproducir, más
que un canto a cavilar, buscar o simplemente olvidar. El sabor se queda en
suspenso, como si algo más siguiera. Y este es el secreto de la creación,
conforme advierte el Dr. Saniel Lozano Alvarado.
Baudelaire en su
poema “Las Muchedumbres” (también en Las Flores del Mal), y Rimbaud en Las
Iluminaciones, aluden como tema principal a la ciudad. Nuestro autor lo vuelve
a tocar como escenario de sus sensaciones olfativas, auditivas y táctiles, en
cualquier momento emocional y social. En los versos iniciales apreciamos el
trajín cotidiano, repetitivo de las diversas generaciones:
Estos son
los retratos del mediodía
los que vi a los 23 y los que veo a los 36…
Es el
mismo sol que nos alumbra: seamos dichosos o desilusionados.
Muchos autores
han venerado a la madre, Vallejo y Oquendo de Amat, por ejemplo, el libro no es
la excepción. En “Cuadernos de Sobrevivencia”, se reflexiona sobre el amor a la
madre, padre y la esperanza, (esa puta vestida de verde, como dijo alguna vez
Cortázar). En líneas impresionantes, la autora de los días abraza a los
crisoles, estrecha bastante, los mira
para protegerlos y ama de manera
intensa. Sus sueños se transformaron en cuatro vástagos cariñosos.
Y aunque sea
duro el vivir y difícil el caminar en un paraje gris, tarde o temprano aparece
la luz, la tranquilidad, como una esperanza que nos cuida de pies a cabeza. “Son
otras las penas/ son siempre transparentes mis lágrimas”
La enseñanza del
padre está en el pensamiento de que cada cual se traza su existencia. Uno es el
propio artífice de su hechura, de acuerdo a su capacidad y perseverancia; la
persona es lo que se propone ser, depende de su tenacidad y responsabilidad
para llegar a buen puerto, realizarse, ser reconocido y valorado en la escala
social y económica.
En las formas
literarias, señalaba Roland Barthes, palpita de manera ineludible la
historia; mucho, la acerca,
corrobora, recuerda Camilo Fernández. Y es
historia de la vida y sus extensiones, visión de la sociedad y su pálpito, y es amor desmedido,
el libro “Retratos de Mediodía” de Luis Cabrera Vigo, creado en la inteligencia
de su juventud, sabiduría que se incrementará en la madurez de la existencia
terrenal, en la edad de la razón, como quería Sartre.
Otra cosa es la
ilustración del libro, que recuerda al pintor Mark Chagall, cuyos personajes no
reconocen las leyes de la gravedad, andan dispersos y anárquicos en el espacio. Es decir el desorden de una
sociedad decadente exenta de los valores morales, que rigen a las sociedades
civilizadas. Eso es lo que ha logrado Luis Alarcón Mendoza al estampar la
portada del libro de nuestro querido autor.
Y hemos tenido
mucha alegría ver el nombre de nuestro colega, periodista y antropólogo social,
Elmer Sánchez Gambini, como diseñador de interiores del texto. Elmer es un profesional a carta cabal; está lleno de
bondad y es colaborador. Muy buena
gente, como dijera alguna vez, al calificar a uno de sus personajes, el español
universal, autor de Yerma, Federico
García Lorca.
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