Mamá, cumplirá 45 años


Los tres hermanos esperábamos a nuestra madre Ricardina, prestaba servicio en la casa del señor Díazal promediar las ocho de la noche salía alegre. En sus manos amables y  bondadosas acariciaba un plato de sopa humeante para compartir con los hijos; la  esposa, una morena hermosa y alta, apreciaba este cuadro surrealista, la llamaba y triplicaba la ración.  

Mientras hacíamos turno, frente de la vivienda, en una zona verde llamada Triángulo hablábamos de la música andina de Los Folklóricos de Laredo y de la "Orquesta don Tacho”, un señor alto y encorvado que ejecutaba la flauta de carrizo y el bombo de cuero de res. Acompañados del cariño de la tutora sorteábamos  una pequeña pendiente para retomar la vereda y asilarnos en nuestra casa humilde de la calle La Merced. 

Ante mayores urgencias económicas, ganando la madrugada, en acémila y acompañada de doña Luz Huamanchumo (+), se dirigían por el arenal a Conache o Santo Domingo para comprar esa yuca suave, agradable, y revender en el mercado; en otras ocasiones los fines de semana, en que los peones de campo y obreros de la fábrica de azúcar de Laredo, se alegraban y bebían, ofrecían con la tía Otilia, caldo de gallina en la Huamachuco, llamada antes  calle de los burros, porque los habitantes migrantes traídos para el braceo de caña, tenían sus animalitos atados en el centro de la arteria. 

Doña Rica, como la llamaban la familia y amistades, tenía su particularidad de querer, le hablaba fuerte a Lito, el  hermano mayor, no lo hacía por resentimiento sino para templar su espíritu, educarlo fuerte y prepararlo ante las dificultades de la vida, porque a corta edad en sus hombros iba a recaer la responsabilidad de llevar adelante una familia, debido a la ausencia fugaz del progenitor. 

El amor de madre fue creciendo con el tiempo y la edad, y nunca apartó la protección, lo comprendía cuando a los catorce años se internó a los surcos soleados de caña;  maduró temprano y a los dieciocho cuando todavía se era menor de edad ya dirigía un equipo de construcción civil.

En otro momento, miró a escondidas a Lito en una fiesta celebrada en el local del Centro Social Laredo. "Muy simpático ha estado mi hijo, se ha visto elegante con su saco verde sport", decía y su rostro se iluminaba de satisfacción, muy contenta porque ya tenía la categoría de empleado, luego avanzaría hasta el puesto de auditor por varios años.

No pudo vernos titulados pero siempre fue su deseo; el venidero 16 de julio cumplirá 45 años junto al Señor, pero vino al mundo un 18 de mayo, la recordamos: Segundo, Lito con la esposa Carmen Rosa y sus hijos Camucha, Néstor, Milagros y Eduardo, todos profesionales.

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