El Código poético de Carlos Prado Muñoz

Con ocasión de "A Leer se ha dicho", un proyecto cultural, liderado por Gerson Ramírez , Diómedes Morales y otros escritores con apoyo municipal, presentamos en Laredo,el texto "La casa no existe pero nos alumbra" del Dr. Carlos Prado Muñoz. A partir de 1980 dos hechos marcaron definitivamente la visión y aspecto personal de los escritores que por esos años aparecieron en la escena literaria. El retorno a la democracia formal con la subida al poder del arquitecto Fernando Belaúnde Terry (+); y el estallido de violencia política, generalizado poco a poco hasta convertir al país en una lucha social sin precedentes. La violencia del Estado no se hizo esperar y se "originó un río de sangre desde los Andes hasta el último rincón del país. Se agudizó la crisis económica y las diferencias de clases sociales se ahondaron": La Última Cena, Lima 1985.

Este clima de incertidumbre, caos, violencia, y mayor pobreza en todos los aspectos de la vida pública, alimentaron a los poetas de la hornada del ochenta. En "Imágenes Rotas", primer libro de Carlos Prado, se lamenta los hechos sangrientos, que se traducen en soledad y desesperanza, con la presencia de un gobierno represivo, carente de una política planificada y equilibrada de la repartición de la riqueza. "Quiero eludir los rincones de Ayacucho/ el quemante revolver fragmentado de la risa/ de la niña que se asombra/. Pero el tema central es el cuestionamiento de rol de la televisión, aquel mensaje alienante, meramente recreativo y evasivo de la caja boba. "Podemos ser felices desde la pantalla". Y "Debemos suponer/ que nuestros pasos por estos vientos/ es sólo un/ breve/ comercial/.

Yosy Mansur, escritor de Aruba, con muchos libros editados, lo llamaba el canibalismo de la televisión emergente, con sus novelas inmorales, sin argumentos, están contaminando a nuestra juventud. No hay un buen programa cultural. Respecto a "La casa no existe pero nos alumbra", es un título sugestivo, muy bien pensado e impresionante, su nombre se debe: A) Al proceso de migración; dejamos el hogar y parte de nuestras vivencias en el ande. En la costa, físicamente no está la casa; pero sí la idea, esa fuerza motriz que estimula y obliga a continuar.

Es la casa espiritual, que no vemos, in embargo impulsa y motiva lograr el ideal. B) Verdad de la palabra; otro modo de entender, es que por el momento no está la casa, sin embargo existirá, porque así se ha pensado y deseado. Nuestras peticiones, aspiraciones se cumplen con el tiempo, son leyes que en el devenir se realizan. Nuestra fuerza mental tiene categoría contundente, solamente empleamos el diez por ciento de su capacidad, refieren los estudiosos mentales, basta leer a César Lozano, Napoleón Gil, para darnos cuentas que nuestras palabras son leyes realizables en el futuro. Simbólicamente la casa se convierte en la luz de la sabiduría, para encaminarnos por la vía del triunfo.

La casa, que todos deseamos, es una aspiración mayor, tener una casa para guarecerse del medio ambiente maligno, un techo para protegerse del sol quemante, gozar de una sombra tranquilizadora, y para consolidar a la familia. Su construcción, como todo proyecto, se inicia con duda, incertidumbre y vacilación, pero se afianza en la experiencia y en la fortaleza de las acciones. La persistencia, hace avanzar y llegar al final. "Fuimos construyendo nuestra casa/ palpando el miedo de mirarnos/. También simboliza el recuerdo del ser querido, una remembranza eterna y nostálgica. "La casa no existe pero nos alumbra/ continuamente se construye en tu ausencia/ y en nuestra secreta esperanza/. Este verso está muy bien elaborado, traduce una conexión entre el sentimiento y el ritmo.

También, es un aire romántico, un deseo no correspondido. Una relación entre la casa y la mujer amada; el aeda no ha perdido la fe de tener algún día la correspondencia de su dulcinea, la mirada de su corazón, el aprecio de sus ojos. La espera lo consume y su tranquilidad se recuperará con la presencia de la amada. Sólo tú cruzando sus habitaciones/ podrías devolverles el fuego necesario/para alumbrarlas nuevamente/. Otros temas del libro son la convivencia en la ciudad, diversa a la rural, respecto a los artefactos de tránsito, como el semáforo, que aturde y desconcentra. Referencias a la situación económica difícil, problemas para conseguir una buena alimentación, cantos al amor, y filosofía de objetos comunes, como una mesa.

"La casa no existe pero nos alumbra", Ed. Casa Nuestra, 2011, del Dr. Carlos Prado Muñoz, exhibe las influencias de José Watanabe, por su atmósfera sensitiva y ecológica; Juan Ojeda, por la simbología del lenguaje; Jorge Pimentel, por la naturalidad del discurso. Es un poemario labrado con paciencia sabia y escritura metafórica, que demanda lectura concentrada para interpretar temas referidos al avasallaje cultural, migración, solidez del hogar, amor, realización plena, constancia y persistencia, recuerdos del ser querido, en un sistema justo y humano.

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