Amor a las bibliotecas
Cuando mencionan que a una persona le
gustan los libros, siempre pienso bien de ella, refería el abogado y periodista
argentino, Nicolás Avellaneda (1837-1885).Después de asimilar una lectura
edificante, romántica, motivadora, que fortalece nuestra personalidad,
autoestima y abre nuevos caminos, uno ya no es el mismo, somos otros, renacemos
con mayor expectativa para alcanzar la esperanza y felicidad, aunque el sendero
sea difícil y sorpresivo.
Sin embargo, algunos docentes universitarios, a fin de mantener el hábito,
exigen la lectura tradicional, demanda mayor elaboración pero es una enseñanza
para la vida, sociedad y el mundo; se valora más, se ama más lo que cuesta más
sacrificio y esfuerzo. En cambio, cuando no hay la orientación oportuna, se corta y pega, cumpliendo una acción
mecanizada, casi irreflexiva y estéril.
Las nuevas generaciones se inclinan por la cultura electrónica y deberán
esforzarse para verificar fuentes escritas a fin de tener un buen marco teórico
del conocimiento, que influirá decisivamente y para bien en su vida profesional.
Nunca el camino más fácil ha sido el correcto. La verdad y sabiduría está en la
senda agreste; pero que al final colman de alegres y frutos sabrosos, que
degustan la familia y sus integrantes calificados.
El Día de la Biblioteca y del Libro, en el país, recordamos el diez de
noviembre, fecha que ha coincidido con homenajes al autor de Los Heraldos
Negros y la exposición de volúmenes, con la participación de escritores de
Trujillo, Piura y Lima. Estas muestras estimulan el afecto a la lectura y es
señal de evolución cultural, y que en el
cielo literario se mantienen incólumes y palpitantes las estrellas y nubes creativas
para conseguir una patria libre con cantores eternos que transmitan belleza a
través de la palabra involucrada al amor, solidaridad, trabajo, educación,
campo y a todas las acciones del devenir humano.
Los hacedores locales de historias, recuerdan a los autores que dejaron
huellas espirituales para una buena escritura. El maestro en la extensión de la
palabra, Saniel Lozano Alvarado, distinguido con la Medalla de la Ciudad de Jaén
e incorporado a la Academia Peruana de
Literatura Infantil y Juvenil, tuvo influencias enciclopédicas, ya en primaria
había devorado Corazón, Robinson Crusoe, La Guerra y La Paz y otras obras
clásicas, que se sucedieron en su formación profesional.
Esta base muy amplia de lectura agotadora y resistencia espiritual ha determinado
su trajín literario, en realidad inacabable, ya como docente, periodista,
editor, promotor, investigador, autor de libros y animador de certámenes regionales y nacionales. No se
sabe, a qué hora descansa este prestigioso intelectual. Le roba horas al sueño
como el grandioso Ibsen, el de Casa de Muñecas.
El reconocido Luis Eduardo García, tributa a don Antonio Cisneros
(1942-2012), por “haberle enseñado la profundidad de la emoción y la escritura
de verdaderos tesoros como Entonces en las aguas de Conchan y Cuatro Boleros
maroqueros. El médico y escritor, Ángel Gavidia Ruiz, reconoce a César Vallejo, Rubén Darío, Federico García
Lorca y posteriormente a García Márquez, que le llevó a producir el ensayo “El
Cólera en la ficción de García Márquez”.Gerson Ramírez Ávila, autor de Los Intrusos, en el que exhibe un manejo diestro del idioma y de técnica literaria, asimiló las enseñanzas de Pablo Neruda, Vallejo Mendoza, José Watanabe y Julio Ramón Ribeyro, por sus expresiones y desenlaces imprevisibles. Diomedes Morales Salazar, bebió las enseñanzas de Vallejo Mendoza y de su paisano Mario Florián y El Tío Lino. En la fiesta del libro y bibliotecas, nuestro homenaje a quienes vencen traspiés, vicisitudes y se alzan victoriosos sobre el paisaje azul y sereno del mar para pintar con su alma gloriosa, el cuadro pleno y eterno de vida.
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