El Sicoanalista, 9 años
“Lo que echo de menos es ser joven y tener aquella
energía", recuerda,
Jhon Katzenbach (1950), americano, ex periodista judicial. Ha presentado en
Europa, “Un final perfecto”, mientras nos damos una tregua, al decir del
uruguayo grandioso, Mario Benedetti, comentamos su anterior libro El
Sicoanalista, (Ed. B, España, 2003,457 pp.) del que se han vendido más de un millón de ejemplares.
Es una novela de suspenso, cautivante de
principio a fin, que enfoca la persistencia y sabiduría para conservar la
integridad física, expone la volatilidad del confort, reflexiona sobre la
pobreza y humillación, enseña que no hay poder definitivo, pues circunstancias
adversas y casuales quiebran una ilusión, un sueño y una esperanza.Alienta la transformación de la adversidad en victoria y la consolidación de la superación, estimula la conquista de un nuevo sistema vivencial, incluso partiendo desde abajo nuevamente. El discurso es lineal, llano y apasionante, que hace más digerible la lectura y toca el nervio más sensitivo del lector.
Relata la historia del Dr. Frederick
Stark, conocido como Ricky, sicoanalista, viudo y solo. Recibe un sobre, con la
nota: “Feliz 53 cumpleaños, doctor. Bienvenido al primer día de su muerte”.
Rumplestilskin. La frase origina diversos acontecimientos que desesperan y lo
acosan y para conservar su vida debe resolver acertijos, publicados en cartas
personales y diarios; de lo contrario debería auto eliminarse.
Acude al consejo de su maestro, Dr.
Lewis. Hace un proceso mental e identifica que en su juventud no atendió bien a Claire Tyson, universitaria
que sufría depresiones severas, y muere víctima del maltrato físico y
emocional, provocado por su esposo. La paciente tenía tres hijos, Merlín
(Thomas), Virgil, y Rumplestilskin, el mayor y con dificultades mentales.
Resulta que el padre putativo era el Dr. Lewis y no lo curó, lo dejó en
libertad para seguir evaluando su conducta, convirtiéndose en asesino. Los vástagos deciden eliminar a Ricky, porque
pudo ayudar a su madre y no lo hizo.
Para conservar su existencia, abandona
su labor, “ahora debería valerse de las capacidades que había desarrollado
durante los años pasados junto al diván y aplicarlos al único objetivo que le
permitiera recuperar su vida” (pág. 256). Traza un plan para vengarse,
“conseguir que el hombre que le había arruinado la vida pagara su diversión.
Cuando la deuda estuviera pagada, tendría la libertad para convertirse en lo
que quisiera” (pág. 256).
Asume una nueva identidad, “su aspecto
era el de un indigente, un alcohólico trastornado. Vio desde la loca más
indigente hasta el ejecutivo con traje de Armani que se subía a una limusina,
tenían una identidad definida por lo que eran. Él no tenía ninguna” (pág. 265).
Finge su muerte y quema la vivienda, ceca al mar, deja como evidencias recetas
y medicinas, que inducen a un ahogamiento.
Rumplestilskin llega
hasta la casa derruida para finiquitar a Ricky; éste le dispara por la espalda,
hiere gravemente y lo traslada hasta la carretera. Huye de la escena del delito
y así se libera del mal. Viaja a Haití, donde ejerce la medicina y reinicia una
nueva vida. Reinicia el juego que le afectó y pone en zozobra a los
extorsionadores, que deberían devolver el dinero vaciado de los bancos más la
suma de consultas que dejó de percibir; sino su familia pagaría las
consecuencias.
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