Víctor Raúl, niño brillante en educación primaria


Testimonio del profesor Víctor Blanco Berrú
Hacia 1948-50, gobernaba el país, don Manuel A. Odría, conocido como  del Ochenio, ya venido del ande y habitante del Porvenir, el futuro médico y empresario, Víctor Raúl Lozano Ibáñez,  (+)aún  niño se desplazaba en una acémila que sus padres le confiaron para asistir diariamente a la escuela José Ignacio Chopitea de Laredo.

Era un niño sencillo  y de inteligencia vivaz, parecía que tenía un papel en el cerebro, porque algunas operaciones de matemática las resolvía en el aire con una velocidad sorprendente; y ganaba los eventos de cálculo y lenguaje. La hacienda Laredo generosamente proporcionaba el desayuno consistente en avena con chocolate en bola y pan con mantequilla, aquella delicia  que los patrones trasladaban de Cajabamba.

También en la gloria del Señor, fue nuestro maestro Róger Vásquez, su principal impulsor y guía, observó que la pobreza material circunstancial contrastaba con las potencialidades e inteligencia del niño Lozano Ibáñez, y se convirtió en su protector y lo capacitaba de manera especial. Como  padre de familia  bueno y amoroso, don Róger se preocupaba de la comida de Víctor Raúl, separaba el alimento inicial en doble ración, una para su desayuno y otra que servía de almuerzo; para que ya no regresara a su pueblo y aprovechara su tiempo en la misma escuela. Nosotros deberíamos volver después de almuerzo, ya que se estudiaba mañana y tarde.

Era una instrucción fuerte con castigos severos físicos, en la que para sancionar se utilizaba una palmeta de madera  con huecos y un fuete proveniente de la vinsa del toro, que al contacto con la piel, dejaba una huella ardorosa, que impulsaba a cumplir siempre las tareas, para ya no ser castigados otra vez. Eran tiempos de que la educación con sangre entra.

Culminada la primaria, el maestro Vásquez, lo apoyó para que ingresara a la Gran Unidad Escolar de Trujillo, a seguir la secundaria; posteriormente se graduó de médico y también desempeñó cargos políticos, fue Alcalde de El Porvenir, realizando buena gestión y siendo recordado por su pueblo. Muchos años después nos reencontramos en la clase del recuerdo, en la que el alumno Jaime Heredia Ríos (Contador), llegó tarde y se le castigó con un palmetazo, ante la hilaridad de los asistentes.

Ya en la promotora de la UPAO, como el alumno de primaria brillante de ayer, tuvo decisiones acertadas e inteligentes, ante la falta de liquidez de los alumnos para el pago de sus pensiones, en época de crisis, dio amplias facilidades para que estos no trunquen sus esperanzas de verse profesionales y puedan culminar su carrera.

Yo y mi esposa Mariluz Mejía, lo recordamos con mucho aprecio y agradecimiento perenne; en la dirigencia deportiva que nos tocó desempeñar, recibimos de su parte el aliento espiritual y la solidaridad económica; en otras circunstancias, como  laborales, conocedor de nuestra probidad profesional y ética, bastaba con averiguar nuestro apellido para dar oportunidad valiosa a nuestra familia  y pueda desenvolverse profesionalmente.

El Dr. Raúl Lozano Ibáñez es un paradigma para la juventud, es un símbolo de la superación; pues no importa la pobreza ni la adversidad cuando uno desea destacar, comprendió como el Dr. Barnard, que todo está en el poder mental, en la fuerza mental  para alcanzar nuestras metas.






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