Javier Heraud, símbolo de justicia humana y social
Javier Heraud Pérez,nació en Lima el 19 de enero de falleció en 1963, (Madre de Dios) un 15 de mayo, a la edad de 21 años. Vino de Cuba, país en el que se alimentó en cinematografía y en justicia social; muy tierno y de lenguaje llano pero también con imágenes literarias, su libro El Río (1960) es el símbolo de la belleza y la naturaleza, del amor y la justicia social. Y en el que también plasmó sus sueños e indagaciones al porqué tanta desesperación social, porque tanto dolor; pero nunca tuvo miedo, apreciaba la naturaleza con la espontaneidad con la que se pierde la existencia terrenal. Yo soy un río a veces bajo fuerte y destruyo árboles, no lo temo a la muerte, reflexionaba, en premonitorias palabras.
Hoy en que la globalización supuesta-mente alimenta una información universal, se viene perdiendo la tradición y la identidad nacional, matando también los sueños reales de justicia de la juventud luchadora, para regalarnos ilusiones vanas de sociedades de consumo, ajenándonos a la solidaridad y conciencia social y tirándonos a la soledad y sufrimiento personal. Los muchachos de hoy, los jóvenes de hoy deben tener el firme compromiso de seguir velando y alimentando sus sueños para su total realización fraternal y humana. Si le gusta la política, a ser buen político; la medicina, a ser buen médico; escritor, a redactar bien y con felicidad para hacer felices a los demás, como solía decir Gabriel García Márquez.
El Río
1
Yo soy un río,
voy bajando por
las piedras anchas,
voy bajando por
las rocas duras,
por el sendero
dibujado por el
viento.
Hay árboles a mi
alrededor sombreados
por la lluvia.
Yo soy un río,
bajo cada vez más
furiosamente,
más violentamente
bajo
cada vez que un
puente me refleja
en sus arcos. 2
Yo soy un río
un río
un río
cristalino en la
mañana.
A veces soy
tierno y
bondadoso. Me
deslizo suavemente
por los valles fértiles,
doy de beber miles de veces
al ganado, a la gente dócil.
Los niños se me acercan de
día,
y
de noche trémulos amantes
apoyan sus ojos en los míos,
y hunden sus brazos
en la oscura claridad
de mis aguas fantasmales.
3
Yo soy el río.
Pero a veces soy
bravo
y
fuerte
pero a veces
no respeto ni a
la vida ni a la
muerte.
Bajo por las
atropelladas cascadas,
bajo con furia y con
rencor,
golpeo contra las
piedras más y más,
las hago una
a una pedazos
interminables.
Los animales
huyen,
huyen huyendo
cuando me desbordo
por los campos,
cuando siembro de
piedras pequeñas las
laderas,
cuando
inundo
las casas y los pastos,
cuando
inundo
las puertas y sus
corazones,
los cuerpos y
sus
corazones...
4
Hoy en que la globalización supuesta-mente alimenta una información universal, se viene perdiendo la tradición y la identidad nacional, matando también los sueños reales de justicia de la juventud luchadora, para regalarnos ilusiones vanas de sociedades de consumo, ajenándonos a la solidaridad y conciencia social y tirándonos a la soledad y sufrimiento personal. Los muchachos de hoy, los jóvenes de hoy deben tener el firme compromiso de seguir velando y alimentando sus sueños para su total realización fraternal y humana. Si le gusta la política, a ser buen político; la medicina, a ser buen médico; escritor, a redactar bien y con felicidad para hacer felices a los demás, como solía decir Gabriel García Márquez.
El Río
1
voy bajando por
las piedras anchas,
voy bajando por
las rocas duras,
por el sendero
dibujado por el
viento.
Hay árboles a mi
alrededor sombreados
por la lluvia.
Yo soy un río,
bajo cada vez más
furiosamente,
más violentamente
bajo
cada vez que un
puente me refleja
en sus arcos. 2
Yo soy un río
un río
un río
cristalino en la
mañana.
A veces soy
tierno y
bondadoso. Me
deslizo suavemente
por los valles fértiles,
doy de beber miles de veces
al ganado, a la gente dócil.
Los niños se me acercan de
día,
y
de noche trémulos amantes
apoyan sus ojos en los míos,
y hunden sus brazos
en la oscura claridad
de mis aguas fantasmales.
3
Yo soy el río.
Pero a veces soy
bravo
y
fuerte
pero a veces
no respeto ni a
la vida ni a la
muerte.
Bajo por las
atropelladas cascadas,
bajo con furia y con
rencor,
golpeo contra las
piedras más y más,
las hago una
a una pedazos
interminables.
Los animales
huyen,
huyen huyendo
cuando me desbordo
por los campos,
cuando siembro de
piedras pequeñas las
laderas,
cuando
inundo
las casas y los pastos,
cuando
inundo
las puertas y sus
corazones,
los cuerpos y
sus
corazones...
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