Amor a Dios y familia
El poemario El Huerto de mi Familia, primer libro de Amaro Figueroa Vergara, conmueve por su reflexión filosófica, revive el amor profundo a Dios, canta a los padres Nemesio y Sofía. Loa a su musa, testimonia la fe de sus hermanos, reconoce a las figuras destacadas y a los historiadores del pueblo.
El autor emplea un estilo sentido para demostrar que nunca el esfuerzo es vano, nunca la bondad está perdida y que el afecto jamás cae en el vacío. Todo está justificado cuando hacemos las cosas bien, brindamos cariño a los nuestros y a los demás, cumpliendo con nuestro rol y sin esperar recompensa.
Canta al padre: Siendo hijo único y huérfano/de tu sierra huaracina/fuiste traído a la costa/para forjarte como hombre/a los siete años de edad/aun hablando tu quechua. /Grande eres como el sol/padre luz de buenos consejos/ sin que estés lejos/están los buenos momentos/padre nuestro/luz de pensamiento, corazón valiente.
Y a la autora de sus días: me recuerda un día cuando mamá Sofía/levantándose muy temprano/salía a su jardín/para regalarse/ un hermoso ramo de flores / el día de La Madre. Un buen ramo se arregló/ de frescas flores/de cartuchos, dalias, azucenas y rosas/adornadas con galantes hojas de carrizo/con lágrimas de novia.
Mientras que la musa es ausencia pero también esperanza. Leemos: Cuando tú no estás/ las horas se hacen largas/ y larga la espera/ El tiempo pasa/ y no tiene importancia/ contar los efímeros minutos/ con la ansiada espera/. Ahora sí te espero/ para no hacer largas las horas/ y hacer felices tus días/junto a mis días/ y no quedarme solo/ cuando tú no estás.
Concebido en una atmósfera cálida y de lenguaje sencillo, el texto denota la alta preparación del autor, producto de su lectura y experiencias adquiridas en los diversos lugares confraternizando con la población, a la que se desplaza por motivos laborales, tornando su escritura en más real, humana e impactante
El Huerto de Mi Familia (Ed. Ciadel, Laredo 2016, 116 pp.) de Amaro Figueroa Vergara es un volumen sentido y de amor familiar, reconoce a los amigos y ciudadanos de corazón puro, que abrigaron la pureza ideal de ser mejor y de lograr una ciudad más civilizada para los laredinos.
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